CRÓNICA
Félix iba todas las mañanas a la casa de Anderson cuando eran tan solo unos niños. Recuerdan que por el año 1985 ambos jugaban al escondite, a las cartas y también montaban bicicleta en la calle desde la mañana hasta que caía el sol.
Luego de unos cuantos años, Félix dejó de ir a jugar. Claro, el tiempo pasó y ya no tenían 10 años… Él y Anderson ya iban a cumplir 15 años. Era lógico que él ya no quisiera jugar como lo hacían antes. Sin embargo, tampoco se volvieron hablar.
La navidad de 2000 ni siquiera se llamaron por teléfono. Al parecer Félix ya tenía otras ocupaciones más importantes que charlar o pasar un rato con su amigo Anderson.
Los años pasaron y lamentablemente su distanciamiento siguió, pero Anderson se preguntaba por qué Félix se había alejado tanto y sin ningún motivo.
Sin embargo, algo iba ocurrir: el 15 de marzo de 2010, a las 09:35 AM, Félix llego a la casa de Anderson como en los viejos tiempos sólo que, en esta ocasión, él se encontraba desconsolado ya que su padre estaba a punto de fallecer, y él tenía un gran secreto que quería contarle antes de que su padre falleciera.
Él era bailarín, el ritmo estaba en sus venas, la danza lo hacía sentir vivo era lo que más amaba en su vida, pero siempre tuvo que llevar ese gran amor oculto, porque su padre nunca le iba a aceptar que él fue un bailarín, como la mayoría de los hombres de edad decía y pensaba que los bailarines eran unos “mariquitas” pues para el padre de Félix no era algo digno de un hombre.
En ese momento todo el dolor y angustia de Anderson se esfumó para poder contener el dolor de Félix. Ya no importaba la distancia durante todos esos años, lo importante era ayudarlo.
Su papá sufrió una agonía durante casi 6 meses y el 5 de septiembre de 2010 falleció producto de un cáncer terminal.
El dolor de Félix era inmenso, nunca pudo contarle a su padre que él era un bailarín y no solamente un bailarín era el mejor bailarín del grupo al que partencia, pues él decía que, si le contaba a su padre, este moría muy triste y decepcionado de él.
Años después de la muerte del padre de Félix, el dolor en él sigue intacto todos los días lo recuerda y se arrepiente de no haberle contado la verdad de su vida, pero a pesar de todo este dolor, Félix está dichoso porque sabe que desde el cielo su padre está viendo lo feliz que es con su danza.
Hoy, años después, de aquel acontecimiento se puede decir que Félix y Anderson siguieron siendo muy amigos, bueno mucho más que amigos, son pareja desde el 2015 y hoy en día se divierten como cuando iban a jugar en las tardes del año 1991.